Yiyo inmortalizado en Las Ventas. |
En los años 80 el toro presentaba un trapio más terciado que el de ahora. Los tamaños y desarrollo de los pitones eran inferiores . Con la exigencia actual no se podrían lidiar en una plaza de primera. La forma de embestir era menos enclasada que ahora. Ganado más asilvestrado y menos seleccionado geneticamente. Hoy en día los ganaderos han mejorado mucho la selección , la alimentación y saneamientos en las explotaciones. Se ha creado un toro que embista incansable a la muleta y que aguante una larga faena de muleta. A veces resulta increible observar que un animal tan fiero y salvaje tenga un comportamiento tan noble y repetidor. No cabe duda que es un logro enorme para que la faena tenga una duración.
El toro de hoy de imponente lámina. |
Los toreros de ahora torean más perfecto y templado quizás que nunca. La técnica entre los profesionales ha mejorado pero ha surgido un toreo más mecánico y ventajista. Los trucos y la mecanicidad han llenado el escalafón. En detrimento de la variedad y el sello propio de cada uno.
El resultado es una fiesta más aburrida. Con un toro mas previsible y robotizado y un toro criado para el torero; las tardes resultan más aburridas por la ausencia de la emoción.
Esplendoroso natural de El Capea en los 80. |
En Las Ventas triunfaron un gran número de grandes toreros de diversos estilos. Pero viendo esas faenas el aficionado siente la nostalgia de la toreria olvidada, el toreo que sale del alma y el clasicismo barroco.
Por encima de todo está , el toro. Su raza, su comportamiento imprevisible y su fiereza deben primar para que la fiesta perdure. Una bravura mas fiera. Es el auténtico protagonista. Y debe de imponer respeto para que la fiesta recupre su sentido trágico y emocionante que nunca debió perder. Y el que tenga dos pelotas que se ponga a torear sin trampas y por derecho. Parece facil pero ahora resulta más dificil de ver que en épocas pretéritas.
Con eso se abarrotarán las plazas de nuevo porque ahí está la grandeza de la fiesta. Lo demás es superficial y edulcorado...
Añejo muletazo de Chenel lleno de sabor. |
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