Amantes del Toro

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jueves, 7 de junio de 2012

EL TRIUNFO DE LA SUPERFICIALIDAD

Después del tedio de San Isidro se ha abierto la puerta grande dos tardes consecutivas.
Público de aluvión que ha sustituido al abonado que ha salido despavorido después de una feria penosa.
Ayer apenas media plaza para ver una corrida dominguera y hoy llenazo hasta la bandera en la corrida del clavel donde todo el mundo quiere ser visto. La corrida de la Beneficencia.
La sociedad española atraviesa un bache terrible en muchos aspectos. El público que asiste a una plaza de toros da buena fe de ello. Entiende menos que nunca y muchas veces no sabe lo que ve ni lo que debe ver.
Hoy se ha consumado el triunfo de la paja sobre el grano. El triunfo de la superficialidad, de lo insustancial.
Es más importante sacar a un torero a hombros para contarlo mañana a los amigos en las tertulias de bar que ver torear bien. Eso no importa. Todo vale si el final es feliz y fácil.
Ayer y hoy se ha consumado en Madrid el triunfo de lo barato. Tras el descalabro de San Isidro se necesitaba la foto de un torero saliendo a hombros por la calle de Alcalá. Y se ha conseguido a un precio muy bajo.
David Mora consiguió ayer una de las puertas grandes más flojas que se recuerdan. Un torero con valor pero con unas limitaciones técnicas y de conocimiento muy patentes.
Hoy Alejandro Talavante ha cortado dos orejas con el toreo moderno que nos quieren hacer tragar muchas de las figuras de hoy. Con la complicidad de una prensa que elogia el destoreo haciendo un daño grande a la fiesta.
El toreo de la suerte descargada, el abuso del pico, el nulo ceñimiento y el abuso del artificio, la carencia de mando y de profundidad.
Causa sonrojo ver a Madrid aplaudir enloquecido un pase de pecho citando con el pico de la muleta y pasándose el toro a dos metros del cuerpo del torero. Aplaudir enganchones, jalear arruzinas horriblemente instrumentadas. Muchos no saben ni donde está el norte.
Me acuerdo de grandes figuras que conquistaron Madrid con faenas puras y verdaderas. Aquellas tardes de Rincón, Joselito, Ponce, José Tomás, Perera y otros muchos que engrandecieron el toreo en el ruedo de Madrid. Aquellas gestas costaron mucho ser conseguidas. Fueron de ley y por eso se recuerdan. Había otro listón y otra categoría.
Hoy en día se ha rebajado escandalosamente el nivel en las plazas de toros. Se ha rebajado la casta del toro, quitándole emoción, cosa esencial para este espectáculo. Se torea con más trampas y con menos verdad que nunca. Mucho ruido y pocas nueces. Por eso la fiesta está pasando por uno de sus peores momentos y si esto sigue así puede ser la debacle definitiva.
La semana pasada la feria de Córdoba fue una muestra muy grave de lo que está pasando.
Es urgente recuperar el toro encastado y el torero sincero que le domine y luego le toree para que la fiesta recupere todo su esplendor.
Nunca fueron ni serán lo mismo; ocho que ochenta.

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