Amantes del Toro

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martes, 27 de noviembre de 2012

OTOÑO EN EL CAMPO BRAVO.



OTOÑO EN EL CAMPO BRAVO.


Las lluvias copiosas de este otoño han dejado un manto verde que tapiza de pasto fresco la dehesa brava. Este año ha aflorado una bonita otoñada.
Estamos en  Noviembre y es tiempo de planificar la cubrición. Es en este mes cuando los ganaderos echan los sementales a las vacas. Un solo macho para un extenso lote de hembras.
Tres o cuatro meses donde el rey de la dehesa se encargará de transmitir su buena simiente a los vientres de las elegidas como madres. De esta forma se aseguran parideras en los meses de verano para que las crías tengan más posibilidades en los benignos climas estivales.

La humedad por las recientes lluvias forma un velo de luz tenue entre los verdes y los grises del cielo entoldado. En la mañana la bruma envuelve toda la dehesa después de la fría noche. La visión del imponente semental reburdeando, encendido por la cercanía de las hembras, sobrecoge. Camina arrogante entre encinas y carrascas; encelado con una hembra que inicialmente le ignora con indiferencia. El toro busca la ocasión de realizar la monta y es la hembra con esquivos y respingos la que le marcará el turno.
 
Los becerros recíen nacidos siguen a sus madres que se encampanan ante el que ose a cruzarse en su camino. El celo materno es una de las fuerzas más grandes de la naturaleza. Cuando te quedas mirando a su becerro te enseña las puntas y una llama se enciende en los vivos ojos, como diciéndote que irá a por ti al menor movimiento.
Es una visión magnífica. Un placer para los sentidos. La dehesa ibérica es un regalo de Dios. En todas las estaciones del año.
 El toro bravo se mezcla y adapta perfectamente en este paisaje creado para él. La conjunción de fresnos, encinas y pastos con los pelos negros y las blancas puntas de los pintores hacen un cuadro inigualable.
Nadie podrá asegurar la supervivencia de este incomparable paisaje ibérico como el toro bravo. Todavía quedan espacios donde el hombre ambicioso y destructivo no ha metido su hocico. La dehesa ibérica es uno de los últimos paraisos que debe seguir albergando y sosteniendo a la raza de lidia para que sigan saliendo animales a los ruedos para emocionar con su bravura y su fiereza.
 
Comienza una nueva añada en el campo bravo, es tiempo de otoño…

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