Maletillas . |
Ayer en Ciudad Rodrigo (Salamanca) se celebró la final del Bolsín taurino que todos los años y desde hace más de cincuenta, previo al Carnaval del Toro de la bella Miróbriga.
Este certamen es el más antiguo de España. En él partcicipan maletillas y aprendices de torero venidos de muchas partes de la piel de toro.
Chavales imberbes de apenas dieciseis años llenos de ilusiones y verdes como una rana en las artes del toreo.En varios fines de semana del mes de Enero se celebran tientas donde se van clasificando los mejores. El triunfador tiene el premio de torear un festival en Ciudad Rodrigo el martes de carnaval junto a figuras. El sábado se celebró la semifinal y ayer por fín la final. El hotel Conde Rodrigo II; es el cuartel general de las tientas. Una plaza de tientas preciosa que ayer estuvo abarrotada de aficionados y profesionales deseosos de ver los nuevos valores del futuro.
Diez chavales se habían clasificado. Ante ellos seis vacas de Iruelo de exigente comportamiento y con picante.
Destacó sobre todos un chaval peruano. De nombre Andrés Roca Rey. Su hermano es matador de toros.
Por encima de todo brilló su naturalidad y clase toreando. Facilidad y serenidad. Es el claro candidato a
ganar el puesto en el festival de Ciudad Rodrigo.
Roca Rey apunta a ganador. |
Los demás por debajo. Demasiado agarrotados en las formas. Mucha escuela y poca personalidad. Pero lo más alarmante de todo fue ver que lo que han aprendido los chavales por encima de todo son las trampas del toreo moderno que hoy inunda las plazas. El destoreo diria yo. Pendientes del espejo más que de torear.
Citar con el culo, meter el pico, desplazar a las vacas hacia afuera en un toreo mecánico y periférico fueron la tónica general. Casi ninguno cargó la suerte. Y una ausencia total de personalidad en muchos de los finalistas. Parecían copias unos de otros. Pegapases. Se echó de menos el sentimiento y la variedad. Poca imaginación y poquita clase en general. La torería ni saben lo que es. Una colección de adocenados salvo un par de ellos.
Plaza de tientas del Hotel Conde Rodrigo II. |
Antiguamente se veían maletillas con menos técnica que estos de ayer. Pero con más pureza dentro del desconocimiento. Con más personalidad y con más ganas de ser toreros. Con más hambre de todo, incluso de pan.
De aquí salieron toreros importantes que no iban a escuelas taurinas porque no existían. Pero eran chavales que se dedicaban a ir por las tapias de las fincas y las capeas de los pueblos; sin tener ni idea, a saciar sus ganas de torear dando cuatro pases cuando les dejaban y alimentar sus sueños de ser figuras del toreo. El Niño de la Capea fue un ejemplo de un gran torero forjado en la dureza lejos del calor de las escuelas.
Hoy en día todo ha cambiado. Los chavales ya no pasan penurias. Algunos torean con más precauciones que un torero retirado. Se echan de menos los maletillas hambrientos de gloria que salían a dejarse matar para llamar la atención y ser ricos en un mañana. Y se echa de menos la torería que un torero debe tener.
Aspirantes a la gloria... |
Y lo que es peor, imitan a las falsas figuras que hoy en día torean en las grandes ferias. Los espejos de estos chavales son algunos de los toreros de cuyo nombre no quiero acordarme que pasan por figuras. Estamos apañados si las copias de lo malo serán los toreros del futuro.
Y es que todo se pega menos la hermosura...
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